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Al final, el habla no tiene nada más que decirnos: investigamos el silencio, porque es el silencio el que habla ~Pierre Macherey.
No soy una persona religiosa. Mi madre me llevaba al cine en vez de a misa. Y me alegré mucho por ello.
Sin embargo, desde una edad temprana, he estado luchando con la misma cosa común que ha tenido civilizaciones enteras de rodillas: El silencio humano interior. Un reino que vive allí, inocente, imparcial, inexplicable. Tan sutil y trascendente que los humanos han creado enormes sistemas para explicarlo, gigantescos edificios externos y arte que nos prometen llevarnos allí, al Silencio Supremo. A veces con éxito, a veces simplemente nos llevan a \«Nuestra versión de…\» como hacen a veces las drogas. E incluso el sexo.
Ni siquiera sabemos que anhelamos el silencio. El silencio en estos días tiene una fuerte relación con el aburrimiento, y lo que es peor, un cementerio, la muerte.
Sin embargo, el Silencio Supremo, cuando lo encontramos, ya sea en el asombro, en el amor o en la meditación, lejos de ser una tumba, nos da una inexplicable sensación de profunda comprensión, de insondable compañía. Es difícil definir lo indefinible.
Y esta fantástica cita que encontré ayer en el lugar más inesperado, me dio una pista sobre mi resistencia a la «redacción sagrada» en ACIM y a la palabra misma: Dios.
Al final, el habla no tiene nada más que decirnos: investigamos el silencio, porque es el silencio el que habla ~Pierre Macherey.
Se trata de significados. ¿Verdad que sí?
Le damos a «Dios» un significado tan pesado que nos choca hasta con tres miserables letras. Cuatro en español. En realidad, en la mayoría de las lenguas del mundo, la divinidad se describe con una palabra corta. Especialmente en las religiones monoteístas. Puede ver toda la colección aquí: https://www.indifferentlanguages.com/words/god
Todo gira en torno al significado. Por supuesto.
He dado todo el significado a esas tres letras juntas en ese orden.
Esta pequeña palabra ha puesto de rodillas a emperadores y genios. Por todo el espacio y el tiempo.
Si sus egos fueron puestos a prueba, ¿cómo no va a ser aplastado el mío bajo milenios de condiciones y leyes a su alrededor? ¿Cómo podemos nosotros, en nuestras pequeñas identidades temporales y cuerpos encapsulados en el tiempo, no vernos amenazados por lo único que no podemos evitar nunca? El silencio.
El silencio lo hace todo posible en la mente. Hace que la percepción del tiempo no quede aplastada bajo un único momento: Si la música no tuviera silencio, sería un gran lío. Es en el Silencio donde encontramos nuestro espejo Real y no nuestras proyecciones. En el silencio encontramos concentración, atención, relajación, descanso.
Desde mi punto de vista, siendo un estudiante de ACIM desde hace décadas, aborda un misterio que las religiones ponen fuera de hacer que el infinito encaje en los códigos humanos y pequeños pensamientos.
Hemos dado un significado a ese Misterio. Un significado tan fuerte que ha creado reacciones de todo tipo, la más común buscando, o bien explicarlo, o bien negarlo.
Probablemente ambas reacciones sean las mismas: miedo absoluto.
Miedo absoluto a lo que no podemos explicar, definir ni comprender. Miedo absoluto a lo que tememos ser de verdad.
En Oriente lo sabían desde hace mucho tiempo. En Occidente, la ciencia hizo por primera vez un experimento y pudo ver por fin un personaje importante en el juego de la percepción… «¡OMG! ¡Hay un perceptor!».
La idea del perceptor, del observador desconocido, es la última frontera. El que está ahí para liberarnos. La última puerta al Silencio interior, ignorado pero siempre presente.
El que no sigue las reglas. Cualquier regla.
El perceptor imperceptible.
Lo que percibe al perceptor pero es en sí mismo imperceptible
El que somos detrás de todos nuestros nombres, etiquetas y máscaras, sin tiempo, edad ni género.
La meditación seria lo sabe. Cualquiera que disfrute de la soledad lo sabe.
Hay algo en ello. Hay una hermosa sensación en la Presencia. Una sensación de pertenencia que no reacciona al «aire libre». Ni siquiera es una percepción, es tan sutil que sólo podría llamarla experiencia de ello.
Si sacamos la palabra «dios» de la percepción y nos fijamos en el Silencio interior. Si sacamos las letras «G. O. y D.» de todo significado y forma.
Sopla los significados, todos los significados. Y quédate ahí. En el Contenido estamos. Sin forma, sin edad, sin tiempo, sin espacio.
No somos identidades, no somos «seres». Somos la experiencia informe de la vida misma.
Monteverde alberga algunas de las reservas de bosque nuboso más impresionantes del mundo. Desde la Reserva de Curicancha hasta la Reserva del Bosque Nuboso de Monteverde, cada una ofrece senderos únicos repletos de fauna diversa y vistas impresionantes. Estas reservas están diseñadas para la exploración, permitiéndote deambular a tu propio ritmo y conectar de verdad con la naturaleza. Tanto si eres un excursionista experimentado como si es tu primera vez, caminar solo por este entorno mágico te dejará recuerdos inolvidables y un nuevo aprecio por la soledad.
Estamos en la era de las etiquetas. Etiquetar es un deporte de moda. La «tendencia». Hashtags arriba y abajo, hashtags con los que nos encerramos y nos limitamos. Hashtags para hacer mundos oscuros y amargos. Hashtags para reír y para llorar.
Espíritu Nahual. Colección particular de Andrés Herrera González.
Las etiquetas (esos prejuicios de papel amarillo) nos aprisionan tanto como nos justifican.
Siempre me gustó un poema de la magnífica Tatiana Lobo que decía «Me gusta que me llamen puta, porque así puedo hacer el amor con quien quiera«.
Sin embargo, cuando miro la frase de cerca, lo que veo es la búsqueda de una excusa para hacer lo que hago de todos modos.
Soporto el dolor del rechazo que conlleva la etiqueta de zorra y con ese dolor pago mi libertad.
¿Hablas en serio?
Sí, hablo en serio.
Laetiqueta me justifica, me guía, me protege.
Todos hemos vivido en armarios hechos de etiquetas. Nos pusieron etiquetas cuando éramos niños, seguimos creyéndolas voluntariamente y las defendemos como defendemos la vida: «Soy desordenado» «Soy inconstante» «Estoy loco«.
(Un paréntesis válido: No necesitas la etiqueta para definirte. Eres lo que eres y, en este mundo interconectado, lo haces lo mejor que puedes).
Las etiquetas, además de ser barracones defensivos, son prisiones voluntarias. Nos persiguen, nos culpan, nos castigan. Nos torturan. Pueden matarnos.
Y basándonos en estas etiquetas que nos definen y con las que definimos al resto del mundo, juzgamos lo único que es imposible de juzgar: lo que somos. El otro soy yo.
Y como nuestro ego insiste en existir, transformamos al otro y a nosotros mismos en etiquetas. En función de ellos, nos alejamos o nos acercamos. En base a ellos atacamos, en base a ellos matamos. Nos convertimos en islas rodeadas de mares de «notas post-it».
Cerramos puertas y, quedamos prisioneros en la imposible soledad de la defensa total.
Obviamente, en una utopía a la que aún no hemos llegado, las etiquetas van a caer. A todos.
Quiero decir, obviamente: ¡están cayendo delante de nuestros ojos! Nos las ponemos y se caen viejas y desgastadas porque van perdiendo la goma.
Pero tenemos que entender que si queremos, todos nosotros, liberarnos de etiquetas, de prejuicios y de todas esas cosas… Sí. Tengo que ser el primero en dejar de etiquetarlo todo.
Y sí, necesariamente para dejar de etiquetarte, tienes que quererte mucho, porque lo único que atacas es lo que odias en ti.
Si te desprendes de la etiqueta en la frente del otro, la tuya desaparece.
Y entra la Paz.
El cambio de percepción modifica la forma de percibir la realidad.
Y había otro tipo -poco conocido- que solía decir «si ves la hierba en el ojo ajeno, no ves la viga en tu propio ojo«
Tenía razón. ¿Quieres conocerte a ti mismo?
Fíjate en las etiquetas que pones a los demás. Así es como te defines a ti mismo.
Mi universo es un enorme espejo de lo que creo que soy.
Y tu universo es un enorme espejo de lo que crees que eres.
Si ambos nos liberamos de las condenas, ambos nos liberamos. Así de sencillo.
No porque un dios nos lo imponga. No porque Jesús, Buda o Pacha Inti nos lo recomienden… ¡Amigo! La prisión que no nos permitirá ser felices, son nuestros juicios, condenas y castigos.
«El infierno son los demás», dijo Sartre – (en un contexto que desconozco. Es importante aclararlo) – ¡No! El infierno son las etiquetas que ponemos a los demás -que proceden de las que ya nos ponemos a nosotros mismos-.
Ahora, sí, todo bien. ¿Y qué se supone que debo hacer?
Un ejemplo: Si mi tía es tóxica(y tóxico es un juicio y una etiqueta), y me alejo por ello, ¿tengo que volver a acercarme a ella?
No tienes que hacer nada. Nada de nada. Ábrete a la posibilidad de que la próxima vez que la veas no sea «tóxica». Échale un vistazo. Eso es todo. Y si lo que ves te asfixia, cierra como una almeja.
(Si tienes un terapeuta, habla de ello en la próxima sesión. Después de un tiempo y saldrán cosas interesantes).
Vida – Leticia Catalayud Colección Privada
Y como muestra, cuento una historia (y envío un mensaje a la web, de paso).
Sobre el lobo:
Tengo un amigo, al que quiero profundamente.
Una de esas personas con las que entablas una conversación que sólo parece prolongarse a lo largo de los años. Nos reímos mucho juntos, viajamos juntos, lloramos juntos y, en general, nos hicimos felices el uno al otro.
Una relación sin sexo, pero poblada de amor. Y, sin embargo, sí, le califiqué de «tóxico» hace muchos años como consecuencia de repetidas agresiones en ataques de ira incontrolables.
A veces es como un lobo furioso, y puede morder con fuerza.
Cada vez que pienso en volver a contactar con él, la etiqueta me atraviesa y me defiende. «Y lo supero«.
Hace muchos años que no sé nada de él. No sé si habrá cambiado en su médula, lo único que puedo hacer es desearle lo mejor y asegurarle si me lee, que le quiero mucho.
¿Dejar la etiqueta? Por un segundo tal vez. Sólo para echar un vistazo a ver si el «agresor» sigue ahí.
Es mi prerrogativa hacerlo o no.
(¿Es un mensaje? Sí y no. Si lo es, es a una persona concreta. Pero si no eres esa persona en concretoes una historia, que contiene sí, un mensaje).
¿Cómo dejar de etiquetar?
En primer lugar, trátate con cariño y paciencia.
Tu bienestar y tu paz mejoran el metro cuadrado en el que vives y desde el que iluminas la esfera de tu universo.
Si no puedes soportar el dolor causado por lo que ves, no pasa nada. Vete. Sin culpa (que no sirve para nada).
Presta atención a tus pensamientos. ¿Qué le hace cerrarse, volverse evasivo o distante?
Suelta las etiquetas de los demás, las de la publicidad, las de los cotilleos.
Suelta las etiquetas que ni siquiera sabes que llevas puestas. Comprueba lo que piensas de éste y de aquél. Cuestiona todas las etiquetas. Cuestiona lo que crees saber sobre los demás.
Deja de suponer y de interpretar. Date una oportunidad por un día.
Pruébalo. Mira tus etiquetas sólo un día. Y verás cómo te sientes.
Aceptar el hecho de que estás equivocado… es el pensamiento más liberador. 🙂
Durante muchos años tuve miedo de brillar y miedo de no brillar… Como todo el mundo, supongo. Sin embargo, mi personalidad es bastante fuerte y me resulta difícil pasar desapercibida. Así que, en este péndulo de miedos, me reprendí mucho cuando sentí que brillaba demasiado.
No se trata de modestia. Por favor, no lo malentiendan. No soy tan humilde (¡ojalá!)
Simplemente no quiero la responsabilidad. ¡Brillar requiere demasiado trabajo! ¡Hay que crear un sujeto que viva ese verbo! Una identidad que experimenta las luces sobre si. Y este sujeto/persona tiene que ser coherente con cualquier pensamiento y palabra que diga para seguir brillando. Tiene que tener un compromiso con las ideas y los comportamientos. Hay que ser previsible en ese compromiso.
Realmente no quiero esa responsabilidad. Realmente no me importa pagar ese precio. No quiero vivir complaciendo esa identidad y aterrorizado si alguien descubre que en realidad no soy sólo «eso».
De ahí que huya de hablar en voz alta de algunos de mis puntos de vista sobre la vida y de por qué o por qué vivo como vivo.
Pero, por otra parte, sé que muchas personas, sobre todo mujeres, no saben que pueden vivir como realmente quieren.
Creo que tengo una buena vida, llena de amor y libertad. Y aunque no creo que haya una receta para ello, también creo que puede haber ideas que ayuden a quien lea esto a ver las cosas de otra manera.
Voluntarios, no mártires.
Todos estamos atados a muchas cosas. Las relaciones, las propiedades, los trabajos, las creencias, las ideas de confort, los miedos, y muchas más cosas nos aseguran que somos la identidad que creemos ser: La responsable. La que se queda que agrada y está ahí, pase lo que pase. La mártir.
Pero seamos sinceros, en esta obra de teatro que parece ser la vida con frecuencia no hay mártires, sólo voluntarios.
Nos ofrecemos para estos papeles y creemos que somos sus esclavos. No lo somos.
Somos lo que estamos haciendo y viviendo en este momento. Si crees que no lo eres, puede ser una buena idea empezar a mirar hacia dentro y hacer como predecía Sócrates: Conócete a ti mismo.
He criado a cinco hijos de cuatro padres diferentes. La mayoría de las veces se quedaron conmigo. A veces no lo hicieron.
Realmente pensé que no quería ser madre. Creé todo un drama pensando esto. Sufrí mucho, imaginando que era la esclava de mi situación. No lo era. Me hacía sentir terriblemente culpable pensar que no me gustaba ser madre, por lo tanto, pensaba que era una mala madre.
Era una buena madre, y lo disfrutaba. De hecho, lo disfruté mucho. Mis hijos no tuvieron la vida más cómoda o normal ni la más feliz, pero tuvieron amor, libertad y se les enseñó a cuestionar y a pensar de forma creativa. Y ahora viven una vida bastante satisfactoria como adultos.
Disfruté de ser madre, pero supongo que disfruté más de la identidad de la mártir que cría sola a cinco hijos.
Fui voluntaria. Aunque suene duro, si realmente no hubiese querido estar ahí para ellos, podría haber hecho muchas cosas. Y lo hice, de hecho.
Trabajaba como guía turístico; por lo tanto, los dejaba al cuidado de diferentes personas con bastante frecuencia. A veces durante largos periodos. A veces, estaba demasiado deprimida para cuidar de ellos; pero nunca perdí el contacto, nunca. Nunca fui indiferente a sus necesidades o a su bienestar. Quería ser su madre, y lo fui.
Me ofrecí como voluntaria para ser una madre responsable y cariñosa.
Todo mi drama vino por creer que era una mártir. Porque creía que quería ser una aventurera viajera.
Lo interesante es que ahora, tengo esa identidad: La persona que quise ser durante muchos años.
Así que, ¡tengan paciencia madres voluntarias del Mundo! ¡Así puede ser todo en esta vida!
De hecho, a ésa, la he creado yo.
Crear nuevas identidades
Podemos crear una nueva identidad cuando queramos. Simplemente porque queremos. Y punto.
Creamos identidades con cada pensamiento. Creamos que somos lo que creemos que los demás piensan de nosotros. Creemos que tenemos que ser eso o esto. Tomamos nuestras creencias y las convertimos en nuestro ejército y armada y les permitimos defender esta identidad creada que creemos ser.
El hecho es que podemos ser quienes queramos ser. Y ni siquiera necesitamos las creencias para defender esa identidad. Las identidades son sombras pasajeras, ninguna… NADIE se preocupa lo suficiente como para mirar su identidad incluso con un leve interés.
Si te interesa este artículo sobre mi identidad es simplemente por lo que te puede decir. Es interesante como espejo de lo que crees. No porque mi vida sea importante para ti… Y esto incluye, sí, a mis amigos y familiares como lectores.
Somos espejos andantes y nos pasamos la vida mirándonos en los espejos.
Tu «identidad», la imagen que tienes de ti mismo, y sólo es importante para ti.
Y como no podemos evitar tener una identidad mientras creemos en el tiempo/espacio, se me ha ocurrido este personaje que es muy útil para lo que quiero vivir en los próximos años: O.
O.
O. es una identidad creada para volar. Tan ligero como sea posible, tan fácil como pueda ser.
O. es el resultado de cuestionar una carga infinita de pensamientos, emociones intensas y sensaciones feroces.
Como O. soy una pluma que vuela libre, nómada, escritora, madre, amiga, amante, esclava, dictadora, pintora, bohemia, comediante, zorra, poeta, soñadora, profesora, serpiente sexy, gota de agua, romance en línea, hoja en un árbol, ciclo del calcio y cuadro en movimiento.
Así que, por ahora, he elegido ser simplemente O. Una O que parece un cero. El punto va donde me plazca ponerlo si quiero ponerlo.
Ahora mismo, no tengo historia. Ningún lugar donde vivir. Sin dirección. Soy una pluma volando en una tormenta. O lo que parece una tormenta.
Siempre errante
Ese es el único rasgo que ha permanecido, de una identidad a otra: La vagabunda errante.(Me encanta la palabra en inglés \»Wanderer\»)
Así que, esta vez, decidí abrazarlo plenamente y vivir mi vagabundeo en Paz.
Siempre fui una vagabunda errante. Lo hacía desde muy pequeña, echaba a caminar y caminar y me perdía en la sensación de vagar sola.Vagar es mi escape, mi ruta para salir de todo.
A lo largo de mi vida me esforcé por no ser un vagabundo errante. Me anclé con todas las responsabilidades que pude. Aun así, siempre echaba a caminar para evadirlas.
No importa lo bueno o malo que fuera un lugar, un amante o una situación, yo echo a caminar y me escapo de ella. Y lo más posible es que vuelva como una ola, para irme de nuevo.
No soy sedentaria. No soy permanente. Soy una vagabunda errante. Una nómada
Sin embargo, he conseguido mantener relaciones bastante constantes durante décadas. Tengo fuertes vínculos con mis hijos y amigos. Pero todos ellos saben que desapareceré de vez en cuando. Me quieren y aceptan eso en mí. Saben que mi amor no puede ser atado.
Ahora me dejo llevar por la vida. Es el verbo que estoy jugando. Es incierto y puede ser incómodo, pero me fascina.
Puede que haya un día en mi futuro en el que deje de vagar errante por la vida y consiga una casa permanente, un florero para adornarla y un estilo de vida que requiera la personalidad de una persona más permanente. Este no es el momento.
Hoy soy nómada y soy libre.
De eso trata este blog. De eso va mi vida ahora.
No me importa si crees lo que digo. Y no digo que sea la mejor manera de vivir o la más feliz. Pero en el metro cuadrado en el que vivo, es el que más me gusta.
Durante muchos años tuve miedo de brillar y miedo de no brillar… Como todo el mundo, supongo. Sin embargo, mi personalidad es bastante fuerte y me resulta difícil pasar desapercibida. Así que, en este péndulo de miedos, me reprimí mucho cuando sentí que brillaba demasiado.
No se trata de modestia. Por favor, no te lo tomes a mal. No soy tan humilde (¡ojalá!)
Simplemente no quiero la responsabilidad. ¡Lustrar es demasiado trabajo! Tienes que crear un sujeto que viva ese verbo. Una identidad que experimenta los focos. Y este sujeto/persona tiene que ser coherente con cualquier pensamiento y palabra que diga para seguir brillando. Hay que llegar a un compromiso con las ideas y los comportamientos. Hay que ser previsible en ese compromiso.
Realmente no quiero esa responsabilidad. Realmente no me importa pagar ese precio. No quiero vivir complaciendo esa identidad y aterrorizada si alguien descubre que en realidad no soy sólo «eso».
De ahí que huya de hablar en voz alta de algunos de mis puntos de vista sobre la vida y de por qué o cómo vivo como vivo.
Pero también sé que muchas personas, sobre todo mujeres, no saben que pueden vivir como realmente quieren.
Creo que he llegado a vivir una vida muy buena, llena de amor y libertad. Y aunque no creo que haya una receta para ello, también creo que puede haber ideas que ayuden a quien lea esto a ver las cosas de otra manera.
Voluntarios, no mártires.
Todos estamos atados a muchas cosas. Las relaciones, las propiedades, los trabajos, las creencias, las ideas de comodidad, los miedos y muchas cosas más te concederán que estás destinado a ser la identidad que crees ser: El responsable. El que se queda que guste y esté ahí, pase lo que pase. El mártir.
Pero seamos sinceros, en esta obra de teatro que parece ser la vida a veces no hay mártires, sólo voluntarios.
Nos ofrecemos voluntarios para estas funciones y creemos que somos sus esclavos. No lo somos.
Somos lo que estamos haciendo y viviendo en este momento. Si crees que no lo eres, quizá sea buena idea empezar a mirar hacia dentro y hacer lo que predicaba Sócrates: Conócete a ti mismo.
He criado a cinco hijos de cuatro padres diferentes. Casi todo el tiempo se quedaban conmigo. A veces no.
Realmente pensé que no quería ser madre. Creé todo un drama pensando en esto. Sufrí mucho, imaginando que era la esclava de mi situación. No lo estaba. Me hacía sentir terriblemente culpable pensar que no me gustaba ser madre, por lo tanto, pensaba que era una mala madre.
Fui una buena madre y lo disfruté. Mucho en realidad. Mis hijos no tuvieron la vida más cómoda o normal ni la más feliz, pero tuvieron amor, libertad y se les enseñó a cuestionar y a pensar de forma creativa. Y ahora viven vidas bastante satisfactorias como adultos.
Disfruté siendo madre, pero supongo que disfruté más con la identidad de la mártir que cría sola a cinco hijos.
Yo era voluntario. Aunque suene duro, si realmente no quisiera estar ahí para ellos, podría haber hecho muchas cosas. Y lo hice, de hecho.
Trabajaba como guía turístico, por lo que los dejaba al cuidado de diferentes personas con bastante frecuencia. A veces durante largos periodos. A veces, estaba demasiado deprimida para ocuparme de ellos; pero nunca perdí el contacto, jamás. Nunca fui indiferente a sus necesidades ni a su bienestar. Quería ser su madre, y lo fui.
Fui voluntaria para ser una madre responsable y cariñosa.
Todo mi drama vino de creer que era un mártir. Porque pensaba que quería ser un aventurero viajero.
Lo interesante es que ahora tengo esa identidad: La persona que quise ser durante muchos años.
Así que, ¡tened paciencia conmigo, madres voluntarias del Mundo!
De hecho, yo lo creé. 🙂
Crear identidades
Podemos crear una nueva identidad cuando nos dé la gana. Simplemente porque queremos. Período.
Creamos identidades con cada pensamiento. Creemos que somos lo que creemos que los demás piensan de nosotros. Creemos que tenemos que ser «eso» o «esto». Tomamos nuestras creencias y las convertimos en nuestro ejército y armada y les permitimos defender esta identidad creada que creemos ser.
El hecho es que podemos ser quienes queramos ser. Y ni siquiera necesita las creencias para defender esa identidad. Las identidades son sombras pasajeras, ninguna… A NADIE le importa lo suficiente como para mirar tu identidad aunque sea con un leve interés.
Si le interesa este artículo sobre mi identidad es simplemente por lo que puede decirle. Es interesante como espejo de lo que usted cree que cree. No porque mi vida sea importante para ti… Y esto incluye, sí, a mis amigos y familiares como lectores.
Somos espejos andantes y nos pasamos la vida mirándonos en espejos.
Tu «identidad», la imagen que tienes de ti mismo, sólo es importante para ti.
Y como no podemos evitar tener una identidad mientras creemos en el tiempo/espacio, he creado este personaje que es muy útil para lo que quiero vivir en los próximos años: O.
O.
O. es una identidad creada para volar. Tan ligero como sea posible, tan fácil como pueda ser.
O. es el resultado de cuestionar una carga infinita de pensamientos, emociones intensas y sensaciones feroces.
Como O. Soy una pluma que vuela libre, nómada, escritora, madre, amiga, amante, esclava, dictadora, pintora, bohemia, cómica, zorra, poeta, soñadora, profesora, serpiente sexy, gota de agua, romance en línea, hoja en un árbol, ciclo del calcio e imagen en movimiento.
Así que, por ahora, he elegido ser simplemente O. Una O que parece un cero. El punto va donde me plazca ponerlo si quiero ponerlo.
Ahora mismo, no tengo historia. Sin lugar donde vivir. Sin dirección. Soy una pluma que vuela en la tormenta. O lo que parece una tormenta.
Siempre errante
Ese es el único rasgo que ha permanecido, de una identidad a otra: El vagabundo.
Así que esta vez decidí abrazarlo plenamente y vivir mi vagabundeo en Paz.
Siempre fui un vagabundo. Lo hice cuando era muy pequeño. Empezaba a caminar, y a caminar… y me perdía en la sensación de vagar sola. Vagar era mi vía de escape, mi ruta para salir de todo.
A lo largo de mi vida he intentado por todos los medios no ser un vagabundo. Me anclé con todas las responsabilidades que pude. Aún así, me alejé de ellos.
No importa lo bueno o malo que sea un lugar, un amante o una situación, me alejaré de ellos. Y puede que vuelva, como una ola, para marcharse de nuevo.
No soy sedentario. No soy permanente. Soy un vagabundo.
Sin embargo, he conseguido mantener relaciones bastante constantes durante décadas. Tengo fuertes lazos con mis hijos y amigos. Pero todos saben que desapareceré de vez en cuando. Aman y aceptan eso en mí. Saben que mi amor no se puede atar.
Ahora me dejo llevar por la vida. Es el verbo que estoy tocando. Es incierto y seguramente puede resultar incómodo, pero me fascina.
Puede que haya un día en mi futuro en el que deje de vagar y consiga una casa permanente, un jarrón que la acompañe y un estilo de vida que requiera la personalidad de una persona más permanente. No es el momento.
Soy un vagabundo. Soy libre.
De eso trata este blog. En eso consiste mi vida ahora.
No me importa si crees lo que digo. Y no estoy diciendo que sea la mejor manera de vivir o la más feliz. Pero en el metro cuadrado en el que vivo, es el que más me gusta.
Uber en Costa Rica es bastante fuerte y una alternativa confiable para el transporte. Por supuesto, tiene sus pros y contras, pero sobre todo, ha hecho las cosas más fáciles para los viajeros.
Uber en Costa Rica podría ser la mejor alternativa de transporte en el país para distancias pequeñas. Y exactamente como en otros países del mundo, hay algunos consejos locales sobre los que escribir.
Uber llegó formalmente a Costa Rica en 2015, y aunque su situación legal es un poco confusa, se ha convertido en una opción de transporte más para los locales y los viajeros. Y aquí nosotros le daremos todos nuestros secretos con respecto a Uber en Costa Rica.
La única otra alternativa en este momento en Costa Rica con respecto a las aplicaciones es Didi.
La situación legal de Uber en Costa Rica
La división gubernamental de transporte público sigue intentando decidir la situación de Uber en su totalidad desde su inicio en 2015.
Y a pesar de todos los esfuerzos y protestas de los taxistas, Uber y ahora Didi son fuertes y prósperos.
Por supuesto, hay otras alternativas de transporte en Costa Rica, y tocaremos brevemente el tema; sin embargo, Uber en Costa Rica es una excelente oportunidad para que los visitantes vayan sin problemas y de una manera asequible.
¿Qué pasa con los taxis en Costa Rica?
Foto por Olga Sáenz
Lamentablemente, los taxistas en Costa Rica (como en otras zonas del mundo) tienen la reputación de cobrar demasiado a los turistas, crear rutas más largas, alterar el taxímetro y ser agresivos.
En Costa Rica verás taxis dondequiera que vayas.
Normalmente en fila cerca de las plazas, estaciones de autobuses, hospitales y supermercados.
En las ciudades y pueblos, son coches convencionales. Fuera de las ciudades principales, verás que los vehículos usados como taxis son de tracción a las cuatro ruedas.
El estado los controla, y deben tener un medidor visible (los llamamos Marías) por ley. No pueden dar precios al azar, ni negociar.
Todos ellos tienen triángulos amarillos en sus techos y puertas (con su número de matrícula en ellos).
En los grandes hoteles, se encuentran taxis que trabajan exclusivamente para los hoteles, y pueden tratar de ir por precios fijos a rutas turísticas específicas. Es imprescindible pedir el taxímetro.
Esto es muy importante tenerlo en cuenta porque hay muchas áreas en Costa Rica donde todavía no hay Uber.
¿Dónde está Uber en Costa Rica?
En el mapa de abajo encontrará tres tipos de iconos, los coches azules, los coches verdes y la X.
La X son los lugares donde no encontrarás a Uber en absoluto. Los coches verdes son los lugares donde puedes encontrar algunos coches (especialmente en los fines de semana) Los coches azules son las áreas donde Uber es bastante fuerte.
(Estos datos son de personas que viven y trabajan en estas regiones)
Aunque puede haber algunos conductores de Uber en algunos de estos destinos, no se recomienda depender totalmente de Uber para tu transporte (Fuera de la ciudad capital) y como tu ÚNICO método para moverte por Costa Rica. Sin embargo, en caso de duda, comprueba la aplicación. ¡Puede que te sorprenda!
¿Cuál es el costo de Uber en Costa Rica?
No importa donde estés, puedes comprobar las tarifas de Uber en Costa Rica.
En este momento, es más barato que los taxis. Sin embargo, esto puede cambiar ya que pueden empezar a pagar los mismos impuestos que los taxis.
¿Puedes usar Uber en los aeropuertos de Liberia o San José?
En Liberia, Uber no es tan fuerte, por lo que puedes comprobar la aplicación. Sin embargo, le recomendamos que organice su transporte de antemano.
Y si, Uber es una excelente alternativa al Aeropuerto Internacional SJO Juan Santamaría.
Recogida en el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría (SJO)
Cuando hayas aterrizado en el aeropuerto de San José, completado la inmigración y la aduana, comprueba si te funciona el «roaming» o compra una tarjeta sim en la zona de recogida de equipajes del aeropuerto para que puedas llamar al coche al salir de la zona de llegadas.
En el aeropuerto de SJO, hay WIFI gratis; sin embargo, el alcance te puede fallar al salir de las instalaciones.
Cuando salgas de la zona de llegadas, ignora a los agresivos taxistas y la multitud que te espera y cruza la calle subiendo hasta el segundo piso y la zona de salidas y llame a su coche desde allí:
Habrá menos gente, menos coches, y su uber puede esperar un poco más si es necesario.
El aeropuerto Juan Santamaría no tiene un área asignada para compartir viajes.
Su conductor puede pedirte que te sientes al frente para disimular un poco que es un Uber y, de esa manera, no tener problemas con los taxistas de la zona.
También puedes usarlo para los vuelos locales y en la terminal remota.
Salidas:
Puede hacer que un Uber lo recoja en su hotel y lo deje en la zona de salidas sin problemas.
¿Qué necesitas para usar Uber en Costa Rica?
Internet, una cuenta registrada y un método de pago válido y activo.
Es imprescindible comprobar que la tarjeta que utiliza para Uber está permitida para ser manejada fuera de su país.
También puede programar sus viajes, y en Costa Rica, los choferes son bastante puntuales.
Si no tienes una cuenta Uber, es una buena idea abrirla en casa para que puedas usarla cuando llegues a Costa Rica.
Seleccione un punto de referencia cercano a su destino.
Las direcciones en Costa Rica son un poco peculiares. No usamos números de calles sino un sistema local de lugares icónicos: la plaza central, la catedral, la tienda de comestibles Don Paco, un árbol desaparecido hace tiempo (Pero todo el mundo sabe dónde estaba).
Así que si no te quedas en un hotel, sino en un apartamento o en un Airbnb, nuestro consejo es que busques el punto de referencia más cercano y hagas todo desde allí.
Y hazlo en casa antes de tu viaje.
Waze es la aplicación más popular en Costa Rica, así que cuando subas al coche, dile al conductor el punto de referencia conocido más cercano a tu alojamiento.
Hablando de tu partida, hay Ubers en todo momento.
Si estás en el Valle Central y tienes que estar en el aeropuerto a las 2 am, encontrarás un Uber.
Sin embargo, en áreas distantes como La Fortuna, Manuel Antonio, o en la provincia de Guanacaste, incluyendo Liberia, no recomendamos confiar en el Uber tarde en la noche o muy temprano.
Aumento de precios durante la hora pico
El aumento de los precios es irritante, y por desgracia, también lo es en Costa Rica. San José, infame por los horribles atascos, conductores ansiosos y baches largamente ignorados, es una locura a ciertas horas del día y los aumentos de precios ocurren a menudo.
La hora punta va desde las 6: 30 a.m. (a veces más temprano), hasta las 9:30 a.m. y desde las 4 p.m. hasta las 7 p.m. a veces más.
A menos que vayas de tour y tu Uber te va a llevar a un punto de encuentro, o vayas al aeropuerto sea por un vuelo local o internacional, nuestro consejo es que te lo tomes con calma y uses tus relajantes poderes vacacionales para no salir en hora pico.
Algunos detalles importantes a conocer:
Los tiempos de espera no siempre serán precisos. Más o menos 10 minutos.
No es necesario dar propina. Puede que quieras dar una propina a tu conductor, ya sea en efectivo o en la aplicación. También tienes esa opción.
Recuerda que Costa Rica es, en general pequeño, por lo que puedes hablar con tu chofer y ponerte de acuerdo con él/ella para que te pase a recoger de vuelta o similares.
Conclusión
Uber es una gran herramienta para cualquier viajero en cualquier
r lugar del planeta. Ya sea si usted está disfrutando de unas vacaciones de ocio personalizado o mochilero en Costa Rica esta información demuestra ser útil.
Habiendo dicho todo esto, nuestra mejor recomendación sin embargo es hacer tu visita con un guía certificado, para que aprendas sobre tu ruta y estés apoyado en todo momento durante tu viaje.
¡Es mucho mejor que Uber! ¡Sólo avísanos y te conseguimos el mejor guía y el mejor transporte!
Original se encuentra en:
https://mapachetours.com/blog/es/uber-in-costa-rica/>\» target=»_blank\» rel=\»noopener noreferrer»>Mapache Lily. \»Uber en Costa Rica | Mapache Tours – Blog.\» Mapache Tours – Blog. 16 de marzo de 2020. Web. 2 de noviembre de 2020. <https://mapachetours.com/blog/es/uber-in-costa-rica/>
La maternidad no es cosa fácil. Más aún cuando todos los chicos están en casa, tenés trabajo que hacer, un jefe que está esperando resultados y te balanceás frágilmente entre la culpa de no ser buena madre y el miedo de perder tu trabajo.
No es un asunto del Covid-19, aunque la cuarentena todo lo magnifica y entonces, inevitablemente tenés que verlo, porque si no, estallás. O, en su defecto, ya estallaste y estallaste y estallaste otra vez. A veces los chicos, a veces el trabajo, y si tenés pareja, aún más.
Las emociones se nos están desbordando a todos y muchas ni siquiera tenemos la posibilidad de soñar, porque el sueño del cocktail en una playa ya se nos convirtió en una mala broma.
Y de nuevo, guindas de la auto-compasión como si sirviera de algo. No. No sirve de nada.
Si, si, todo bien ¿Y? Parecés decirme desde el otro lado de ésta pantalla.
Y, primero que nada, sabía que ibas a sobrevivir a ésta. Como han sobrevivido tantas otras. Si hay algo que te da la maternidad es resiliencia, sencillamente porque no te queda de otra.
Segundo, y no menos importante, sabé que el auto-cuido es el primer cuidado que tenés con tus hijos. Si tú no estás bien, nadie en la familia lo está. Es así de simple y de hermoso.
Y no me refiero a que te cuides por ellos, ni ninguna yerba similar. Es muy simple, si no te cuidarás, si no bajás los niveles de estrés, si no subís los niveles de serotonina, adiviná quién es el primero en sufrir: Tu sistema inmune, y francamente ¡No está la novia para tafetanes!
Y yo sé, que hay una partecita secreta, chiquitita y casi inconfesable que está deseando enfermarse para poder darte un break con excusa adjunta. (¡No de Covid-19 obviamente!)
Pero no. No está bien.
Tiene que haber otra manera.
Te voy a pasar algunos consejos míos y de otras mamás que te pueden funcionar no sólo en la cuarentena si no para el resto de tu vida. Incluso, cuando ya están grandes y el nido quedó vacío.
La leche condensada en el café
Yo me elaboré un ritual, que al día de hoy cumplo: Mi hora de café es mía. Es sólo mía. Y me la hago deliciosa.
Me conseguí una taza bonita, con un significado que me diera alegría. Identifiqué el café que más me gusta y cómo me gusta tomármelo (Y en ése tiempo era con leche condensada).
Y un día me desperté más temprano sólo para disfrutar de mi café antes de que nadie se levantara. Y al día siguiente lo hice de nuevo. Y al siguiente otra vez.
Y, al día de hoy, 30 años después, sigo tomándome mi tiempo de café como un ritual. Es un tiempo para conversar conmigo, escribir en mi diario, y estudiar Un Curso de Milagros.
Sin embargo, al margen del ritual, lo de la leche condensada merece una mención aparte porque para mis hijos la leche condensada significaba el infierno. Si alguien, por la razón que fuera se la tomaba, yo me convertiría en la peor Mrs. Hyde de la historia.
Podía pasar horas haciendo un drama enorme por no poder tener ése tiempo completamente a mi gusto.
Y hasta hace muy poco, la sóla mención de las palabras juntas me causaba muchísima culpa. Hasta que, hace muy poco comprendí.
Y desde mis casi 55 me senté con mi Olga de 25 a 40 y le dije que tenía todo el derecho de hacer el berrinche que quisiera porque ésos quince o veinte minutos en soledad la sostenían durante todo el día.
No hay drama, ni hay malos o buenos, ni yo era una mala madre por quererle arrancar la cabeza a alguien cuando mis quince minutos para comenzar el día no eran perfectos.
¡Sencillamente estamos sobreviviendo chicas!
Porque en serio los queremos un montón, porque queremos también tener una vida, un trabajo en que nos vaya bien y un abrazo en la noche. Y no siempre tenemos todos esos lujos.
El Amor es lo importante y de éso no se duda, nunca.
Eso me lo enseñó mi madre cuando ya era abuela.
El Amor NUNCA se condiciona. NUNCA.
Te portaste mal, sos insolente, malcriado, rebelde: Te quiero igual.
Te jalaste LA torta del siglo: Te quiero igual.
Te tengo castigado con una década sin pantallas: Te quiero igual.
Sin importar las circunstancias, el Amor no se cuestiona. Porque es tu verdadero trabajo: Amarlos, amarlos muchísimo.
Y si, hoy por hoy sigo creyendo que hay que ponerles límites y, -no te perdás-, poner límites ES AMAR.
Y vos también te tenés que poner límites.
Límites a tu necesidad de protegerlos de todo (Creémelo: va a llegar el día en que no podás siquiera pensar en cómo hacerlo, porque ya estarán fuera de tu alcance.), límites a ellos en tu espacio y tu tiempo, porque de nuevo, si vos te jodés será mucho peor.
Aprendí a decir que no, incluso más frecuentemente de lo que decís que si.
Aprendí a dejarles cometer errores, aprendí a dejarles observar las consecuencias de sus actos. Aprendé a no atajarlos antes de que se caigan.
Mi terapeuta, esta mujer brillante, me dijo una frase inolvidable: «Tener un hijo es aprender a confiar en otro ser humano».
Y es jodido, no te digo que no. Hoy mismo tuve un pleito con uno de mis hijos sencillamente porque me cuesta enormidades confiar en él. No, no es fácil querer tanto a alguien y dejarlo ir de la mano de la Vida.
Hay que aprender a confiar, a ciegas, sin comprender porqué o cómo, tu Amor vive en ellos, lo que sea que les hayas enseñado también.
Y, además, ¡adiviná! Si vos te auto-cuidás… ellos seguirán tu ejemplo. Sin duda.
Tené una vida propia, ellos también la tendrán
Si, todos sabemos que la idea de la familia feliz corriendo por un potrero es muy linda. Pero dura un minuto, y cuando te das cuenta todos esos chiquitos maravillosos se fueron para lo que sea, el concierto, el partido, la fiesta o la casa de Fulano o Mengana.
El potrero desaparece y te quedás vos, sola o no. Un poco extrañada siempre de que ya pasó el tiempo y pueden pasar semanas sin saber nada de nadie.
No les hacés falta y eso, querida lectora, es un hecho, jodido pero cierto.
Tampoco tu mamá te hacía falta cuando tenías 20 años y la vida era una pizza con el queso derritiéndose en tu mano.
Aprendé a conocerte, ¿Qué te gusta y qué no? ¿Te gusta el cine? ¿Leer? ¿Pintar? ¿Cantar en karaokes? Hacete de una vida que no podás esperarte a vivir por completo.
¿Tenés pareja? Aprendé a conocerl@ también.
Que cuando se vayan al concierto no te quedes sentada llorando en un pozo de autocompasión.
Ahora, en los tiempos del COVID-19, aprovechá esta bola curva para pegar el batazo hacia lo que te gusta en serio.
Y empezá a hacerlo más a menudo y más a menudo. Averiguá si hay forma de que te paguen por hacer lo que te gusta. Y hacelo. Mucho. Todo lo que puedas.
Lo que nos encanta nos guía y protege (Richard Bach).
Hoy parece una falacia (Como la imagen del cocktail a la par de la piscina) pero, en buena lid, lo que sea que te encanta será la red en que te caerás cuando todo parezca ir de mierda.
Enseñales a respetar y valorar tu trabajo
Sea que te toca hacer teletrabajo, sea que te despidieron y estás estirando los ahorros o pidiendo prestado mientras se te ocurre qué podés hacer para alimentar a la tribu. Sea lo que sea, ellos dependen de tu trabajo, y deben aprender a cuidarlo también.
Yo fui guía de turismo por muchos años y mis hijos se acostumbraron a la idea de los buses enormes cargados de gringos, a la idea de que, con alguna frecuencia cuando se levantaban yo ya estaba hacía horas dando tour en alguna parte de Costa Rica.
Yo era la «mamá cool», la aventurera. Sí, pero también era la mamá ausente, a veces por semanas. También era la que cuando llegaba a la casa no quería salir y si lo hacía despotricaba en una ola de mal humor causada por el cansancio y la frustración.
A estas alturas y para ser honesta, no tengo la menor idea de cuánto valoraban ellos mi trabajo, sin embargo, si puedo decir en voz alta que aprendieron a punta de ejemplo, puntualidad, compromiso y un gusto por hacer las cosas bien. (No que yo siempre las hiciera bien pero lo intentaba con todo mi ser y ellos eso lo sabían).
Y, si estás haciendo teletrabajo o te conviertes de súbito en emprendedora, porque no hay más, hazte de un santuario para tu trabajo. Un lugar bonito, con azules y rojos de ser posible (Dicen los psicólogos que son ideales para las estaciones de trabajo), sin mucho chunche y que sea tuyo, ante todo.
Tu ordenador, tu escritorio, tu cocina, tu moledero, tu máquina de coser, etc. Tu espacio para el trabajo. Una zona sin niños o adolescentes. Es tu trabajo y hay que valorarlo.
Y no te desesperes, no sirve para nada.
Red de apoyo
Crea una red de apoyo: Tu pareja, tu mamá, la otra abuela, hermanos y hermanas, las amigas, la señora que te limpia. Aprendé a pedir ayuda y a recibirla.
Si, es en serio.
No ha nacido todavía la mujer que pueda hacer todo lo que se nos pide. Pero entre varios si se puede.
Contá con tu red de apoyo, acudí a ella cuando las cosas se pongan fregadas, acudí a ella para pedir consejos.
Si podés, hacé que tus hijos se acerquen a tu red de apoyo, que ellos también cuenten con ella.
En mi caso, mi mejor amigo de toda la vida es parte de ésa red de apoyo y desde muy chiquitillos mis hijos se acostumbraron a verlo y a que sea parte de sus vidas. Al día de hoy, cuando hay un conflicto, a veces no queda más que el 800-Tío Richie.
Sólo Dios sabe la bendición que él ha sido en las vidas de ellos, al margen de la mía incluso.
Jugá mucho
Con ellos si, por supuesto. Pero involúcrate en los juegos. Dejá que tu niña interna disfrute de la despreocupación de los juegos.
Poné el teléfono (Y los de todos) en una canasta y sacá el Scrabble, o el Catán o lo que querás. Apagá todas las luces de la casa y jugá Escondido.
Bajate del pedestal de la mamá y reíte un montón, pintá con crayolas, o escuchá la música que les gusta. Abríte a la posibilidad de que te guste.
No te pierdas de la magnifica oportunidad de volver a ser la niña de la que a veces te olvidarás. Hay muchos juegos que se pueden disfrutar metidos en la casa.
En conclusión
Sos humana. Sobre todo y primero que todo.
Podés cometer errores, no te castigues por ellos. Lo que llamás hoy tus grandes fracasos en el futuro tal vez se verán como tus grandes éxitos y viceversa.
Tenéte paciencia, esto va a pasar y la vida va a entrar en algún momento en la normalidad. Los chicos se irán para la escuela, el colegio o la universidad y estos días quizás te despierten nostalgia.
No le des demasiado tiempo a las noticias ni a las redes, salite por largos ratos de tu teléfono, y no te permitas sufrir por las consecuencias imaginarias de lo que no está pasando.
Resulta que un día aprendí a hablar y no me callé nunca.
Hablar tanto siempre me generó muchísima culpa. Juro que si. Como si sentir culpa acallara un poco a la que yo llamaba «la lora» en mi. Sin importar si lo que hablaba era importante o eran tonteras, me ha causado culpa hablar y hablar.
He aprendido a jugar con el verbo. Heaprendidoa callarme por educación y represión. Aprendí a domesticar mis palabras. A sacarlas cuando es apropiado que se hable y a callarme con más frecuencia de la que quiero. Y si, también me causa culpa.
La vaina es que nací para comunicar. Lo que sea que lleve por dentro.
Un día encontré la forma de que me pagaran por hablar y guié turistas durante dos décadas y media. «Hablo porque me pagan». Paliativo para la culpa.
Luego comencé a escribir, a pintar. Sólo otras formas de hablar, por supuesto.
La gran mentira de la culpa es que uno cree que si la siente, como que vas a dejar de hacer milagrosamente lo que te causa culpa… No, para nada. Lo hacés igual, pero sintiéndote una mierda.
Y sin embargo, en este universo de interconexiones, no nos callamos porque no nos toca.
Somos parte de un gigantesco escenario, y a unos nos toca hablar, y a otros bailar, y algunos pintan y otros pegan los botones de los disfraces, unos suman números, otros reparan chunches, y no hay un solo rol diminuto.
Si estás aquí es porque estás haciendo algo que afecta al Todo. Todo está interconectado. Desde los átomos que nos conforman, hasta los planetas lejanos.
No entendemos, porque somos muy chiquitos para verlo. Pero cualquiera que haya estudiado las relaciones que suceden en un bosque tropical lo sabe.
Todo está interconectado.
Y vos sos parte de Todo. ¿Qué trae tu caja de herramientas? ¿Qué te gusta hacer? ¿Para qué sos buenx?
Revisa si estás en el armario incómodo de la comodidad, revisa si crees que no podrías, si te da miedo ser lo que sos, si te genera culpa.
Hoy, que Costa Rica celebra la legalidad del matrimonio igualitario, nos damos cuenta de que gracias a que muchos no pudieron dejar de salirse de sus closets, es que se ha logrado un derecho humano más en nuestro país.
Los que gritaron, los que hablaron, lo que se expresaron, mejoraron el mundo para siempre.
Salirse del armario es una buena idea.
Vida. Pintado en 2020 en CDMX. Colección Privada de Leticia Calatayud
Que si, que el miedo al ridículo y todo eso. Diay si. No te digo que no se sienta… ¿Y? Nadie se murió nunca de ridiculez. Pero muchos que se aguantaron el miedo estuvieron muy lejos de ser ridículos.
Ser lo que se es, con feroz intensidad, es tu aporte y tu responsabilidad.
Acallar tu voz porque creés que no está bien, que lo tuyo no es importante, que ya lo dijeron otros, es dejar a alguien sin un mensaje.
Creo que hasta el día que me muera, siempre va a estar una vocecita jodida interna diciéndome vainas, desvalorizando, jodiendo. La bully interna es la más brava de todas.
¡Y! aquí estoy, hablando de nuevo. Porque al margen de que crea que es importante. En serio no lo puedo y no lo quiero evitar.
¡Dejate en paz, en serio! Salite del armario. Haz lo que sos, el Universo completo sonreirá tu sonrisa.
¡Seis meses casi de esta vaina! ¿No va a parar verdad? Nos vamos a enfermar unos a otros y vamos a ir muriendo uno por uno hasta que no quede nadie y el planeta se convierta en un desierto post apocalíptico sin que siquiera queden zombies para reírse a carcajadas.
Yo no sé vos… Yo me lo he imaginado, últimamente.
Y ése es el mejor de los infiernos. En el peor atiendo a morgues, a funerales de seres profundamente amados… No me ha tocado. No tengo idea de cómo se sentirá. Sólo me puedo imaginar un dolor tan enorme como el infinito. Un dolor sin tiempo, que, de fijo, se anidaría en el pecho para siempre.
Si, también me imagino ése infierno. Y puedo pasar echando uno tras otros los escenarios terribles que pueden llegar a suceder, sin duda.
Ah si claro. Pero también puede suceder lo contrario. El escenario opuesto.
También puede suceder que no pase nada.
O que suceda y que lo sepamos manejar y el dolor se convierta en el Amor eterno de lo compartido y lo vivido, que siempre está ahi, Covid o no.
Lo doloroso, terrible, irónico y magnífico de este tiempo es su absoluta incertidumbre. No tenemos ni idea de lo que va a pasar. No hay nada claro, nada que nos indique, no hay señales. Está solo esta calma chicha, insoportable por ratos.
De repente te ponés care’barro y te echás a ver Netflix hasta que se acabaron todas las series, incluso las que no se han publicado aún.
De repente te entra la querendonga y llamás a todo mundo a decirles lo importantes que son para vos.
De repente la culpa, la cólera, la agüevazón, la sensación de inutilidad, la sensación de sin sentido y por último, en el fondo, el dolor de que, por mucho que queráis, las cosas no están siendo iguales que antes.
Si sos de turismo, estás en duelo. No hay de otra.
En este momento no hay turistas. No hay trabajo en lo que más nos gusta. Y más allá, no hay plata y la libertad, antes tan natural, está constantemente amenazada y es castigada porque #quedateenlacasahuevon .
Y si somos tatas peor aun, porque al mal tiempo buena cara y por mucho miedo que tengamos, aguante porque los carajillos no se pueden dar cuenta.
Vos sos el fuerte, vos sos el ancla y sos el mástil principal. No podés quebrarte.
Y, sin embargo, estás inevitablemente quebrado, por dentro, por fuera y por todo lado.
Internamente estás tal vez en posición fetal, con la cabeza tapada por el brazo, deseando que ya pase todo esto. Deseando que algo cambie, que la Caja anuncie la vacuna y que ya, que ¡ya! Que nos podamos levantar como de un sueño a ver el sol por fin.
Y que ya sea el momento en que contemos las historias y nos riamos de los cuentos, y veamos las películas y las series y todo lo que va a salir, y les digamos a los güilas que no han nacido «¡Y éso que a usted no le tocó el Covid!».
Pero no, inevitablemente estás aquí y ahora. Y estamos en plena pandemia.
Cuando las cosas se ponen difíciles, los duros se ponen en marcha
(Cuando lo fuerte se mueve, los fuertes se mueven)
No se trata de si podés o no podés… es que no te queda de otra. No hay remedio. No te la voy a poner bonita. No se trata de esta vaina. Es que tenés que poder. Es que ya hay que reinventarse.
Comprobación de la realidad:
Ya, ok, no hay turistas. Tal vez te toquen, en los próximos meses unos cuantos tours, tal vez venga gente, pero ¿volver al 2019? Para eso falta. Y puede faltar mucho más de lo que pensamos.
Difícilmente esta semana.
¿Qué nos queda entonces?
¡Diay! Si. Reencarnar.
Aceptar que hay vainas que cambiar. Mucho por aceptar y mucho por dejar ir.
Nos toca ver a quién éramos en Febrero del 2019 y, dándole las gracias por la participación, decirle con una sonrisa que ya se puede ir. Y qué no, ¡Qué pena! No puede volver. Porque de ése escenario ya no queda nada. Nada.
Porque te vas a reinventar y como dijo un compa por ahi «No se puede echar vino viejo en odres nuevos».
Vamos a soltar la piel de lo que fuimos y vamos a abrazar a éste ser que no sabemos quién es y que va a saber, sin duda, cómo moverse en ésta humanidad que está cambiando a pasos agigantados.
Y vamos a confiar. Sobretodo eso. Vamos a confiar en quién ya sobrevivió a todas las tonteras, en quién ya absorbió chorros de conocimiento, vamos a confiar en que esta chavala, este mae, si lo supo hacer una vez (Y cien)lo puede hacer miles.
Vamos a confiar en nosotros mismos… pa’variar.
Y si hay una idea, la que sea, que te diga que más allá de vos mismo, hay una inteligencia supremamente amorosa detrás de lo que ves, también agarrate de éso como un primario, porque aqui hay que hacer más que sobrevivir, hay que adaptarse y, hay que salir adelante.
Recordás cuando se va a guiar por primera vez a un sendero y uno busca lo que conoce para usarlo en el tour… ¡Aparecieron las arrieras! ¡Uy! ¡Qué dicha! Ya hay tema para rato.
Así, exactamente: buscará tus recursos. ¿Qué sabes hacer?
Y más allá de lo que sabés hacer: ¿Qué estás dispuesto a aprender? ¿A qué estás dispuesto a abrirte a disfrutar? O por lo menos a vivir.
Recordá que ahora no hay nada a largo plazo, se toman decisiones que podrás revertir cuando turismo entone su canto de sirena y te llame de nuevo a su camino. Pero sabía que tenías recursos.
Pero, al rato ya pasaste por ahí, ya estás en Amazon, o en Sykes, atendiendo llamadas, o chats. Al rato y ya estás haciendo pan, gallo pintos o manualidades, artesanías, o estás trabajando en un «back office» en la empresa de algún tío que te pudo colocar por un rato.
Al rato y lo que te está jodiendo es esta sensación de que estás harto de trabajar aún antes de colgarte el auricular. Querés estar de nuevo en el bosque, en un catamarán en el golfo de Nicoya, en una Coaster, con el pavimento pasando voraz bajo tus suelas.
Estás autocompasivo, y enojado con Dios, con la vida, con tu pareja, tus tatas, tus amigos y con todo.
Detestás la vida y además te da vergüenza admitirlo frente a cualquiera. Incluyéndote a ti mismo.
No entendés nada, no querés entender nada. Lo único que querés es que todo vuelva a estar como estaba, que la vida vuelva a ser cómoda y conocida, sin gripes mortales dando vuelta por todos los barrios.
No querés solucionar nada. No tiene mucho sentido. ¡Estás harto de estar harto! De buscar soluciones y encontrar justo las que no te gustan.
La vida se volvió esta mierda que no entendés y lo que sentís es que sería tanto más cómodo sólo quedarme dormido, jalar. Desaparecer.
¡Ah no! No no… yo no pienso en suicidio… ¡pero que rico morirse digamos…!
Dejar de atravesarme, dejar de buscar como sobrevivir, sólo quedarme ahí, con los ojos cerrados, sin tener que hacer ya nada nunca.
Y te quedarás sin ganas. Sin motivos. Sin sentido. En un limbo, angustioso y seco como una piedra.
Te dormís agüevada/o y te levantás agüevada/o. Y te levantarás igual.
Nada cambia. Trabajás, no trabajás. Soñás con que vuelvan los turistas, te das de frente con la realidad que es hoy lo que es.
Y ¡Bueh! ahí es donde yo veo la posibilidad de cambiarlo todo.
Porque ahí ya no hay forma de que vos des ni media respuesta… Y tenés que dejar a la Vida responderte.
Llámalo Vida, Misterio, Dios… cómo vos querás. No importa la nomenclatura.
No te queda de otra que confiar, respirar hondo y confiar. Cerrar los ojos a lo que te da terror en este momento y confiar.
¿Te doy un volado? No te negués a sentir nada. Sentí lo que sea que sentís.
Es una sensación. Observala.
Al rato y le pones nombre: «Cólera», «Frustración» «Impotencia» «Soledad» «Aburrimiento». Al rato y sos más vivo aún y te das cuenta de que la definición no importa.
Es una sensación. Eso es lo que es. Podés sentirla. Si querés pedís reinterpretarla, si querés sólo la soltás como quién deja ir un globo al aire.
Y de nuevo, confiá.
Las respuestas van a llegar.
Vas a reinventarte, vas a convertirte en lo que no imaginaste.
De repente dejás que la creatividad ruede por la montaña y te encontrás con alguna pasión que ni sabías que tenías.
Sentí, respirá, soltá, reíte, viví.
Hace unos días hablaba con una amiga, y me decía que ella pensaba mucho en mi ahora, porque hacía exactamente tres años yo le había dicho -en alguna conversación- que cuando ella se viera a sí misma dentro de tres años, se iba a dar cuenta de lo feliz que era entonces.
Mi respuesta a vos, como a ella, es… Dentro de tres años, otra vez, te vas a volver a ver y te vas a dar cuenta de lo feliz que sos hoy.
Vivilo.
Y no te permitirás sufrir por consecuencias imaginarias. No sirve para nada.
Y si estás mal, solo, y llegó el punto donde decis.. . «Ni modo, tengo que aceptar que si necesito ayuda» terecomiendo fuertemente acercarte a los cafés de la Cámara de Guías de Turismo Asociados.
En un movimiento magnífico, han creado una red de apoyo emocional con especialistas en serio y, alguna gente -me incluyo- que estamos ahi para ayudar en lo que se necesite.
A sabiendas de que en ésta odisea que nos está tocando vivir, a veces, lo único que queremos es hablar con alguien, ser escuchados. Saber que, en lo que siento no estoy sola/o.